Quiero morder tu carne,
empezar por tus brazos como ramas de ceibo,
y seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
-ese pecho- cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura, ese pecho que suena a tambores
y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo enredando mis manos
(...)
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí,con las que me sostienes
(..)
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aún que recorrer sin mí
y volver a escalarte hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu aliento
Y me invadas con tu ir y venir de mar furioso
en la arena de las sábanas...
Gioconda Belli
(Extracto)