Vio que tenía aspecto de ladrón, que caminaba furtivamente como un ladrón y que susurraba como un ladrón que deseaba esconder su robo. Estaba tan convencido de sus sospechas, que resolvió entrar en la casa, cambiarse de ropa e ir a la policía a hacer la denuncia.
Sin embargo, apenas entró, encontró el hacha -que su mujer había puesto en otro lugar-.
El hombre volvió a salir, miró de nuevo al vecino y vio que éste caminaba, hablaba y se comportaba como cualquier persona honesta.
Paulo Coelho