Supremo Idilio

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En el balcón romántico de un castillo dormido que los ojos 
suspensos de la noche adiamantan, una figura blanca hasta la luz,
erguido bajo el balcón romántico del castillo dormido, 
un cuerpo tenebroso... alternándose cantan. 

Los ojos son la Carne y son el Alma:
¡mira cómo en pétalos flojos yo desmayo a tu hechizo!
En tus manos mi espíritu es dúctil como un rizo,
el corazón me lleva a tu siniestro hechizo, sé mi bien o mi mal, 
yo viviré en tu vida. 
Yo enlazo a tus espinas mi hiedra de Ilusión,
seré en ti una paloma que en una ruina anida; 
soy blanca, y dulce, y leve; ¡llévame por la Vida prendida 
como un lirio sobre tu corazón! 
-Oh dulce, dulce lirio!... Llave de las alburas! 
Tú has abierto la sala blanca en mi alma sombría.

-Tu alma se vuelve blanca porque va siendo mía,
soy tuya fatalmente; mi silencio te nombra, 
y si la tocas tiembla como un alma mi sombra.
Bajar de un plinto vano es remontar el vuelo y 
él te impulsa a mis brazos abiertos como el cielo, 
oh suma flor con alma, a deshojar en vidas.- 

En el balcón romántico de un castillo dormido que los ojos 
suspensos en la noche adiamantan, 
el Silencio y la Sombra se acarician sin ruido,
bajo el balcón romántico del castillo dormido, 
un fuerte claro-oscuro y dos voces que cantan... 

Delmira Agustini
(extractos)
Elegías dulces