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Al amanecer,
cuando la dureza del día es aún extraña,
vuelvo a encontrarte en la precisa línea
desde la que la noche retrocede.
Reconozco tu oscura transparencia, tu rostro no visible,
el ala o filo con el que he luchado.
Estás o vuelves o reapareces,
en el extremo límite, señor de lo indistinto,
no separes la sombra de la luz que ella ha engendrado.
José Ángel Valente