*
Cómo podría aquí,
cuando la tarde baja con fina piel de leopardo
hacia tu demorado cuerpo, no ver tu transparencia.
- En lo recóndito te das sin terminar de darte
Quién eres tú, quién soy,
dónde terminan, dime, las fronteras
y en qué extremo de tu respiración o tu materia
no me respiro dentro de tu aliento.
Que tus manos me hagan para siempre,
que las mías te hagan para siempre
y pueda el tenue soplo de un dios,
hacer volar al pajarillo de arcilla para siempre.
José Ángel Valente