Entrega ...

Envuélveme... no temas.
Ante tu fuego vivo mi carne se deslumbra,
y surge castamente entre el temblor rosado de mi liviano traje
para poder ser tuya...

-¿No aspiras en el aire una fragancia débil
que enerva y que conturba?
¿No sientes que tu aliento se prende como un velo
de sombra en mi cintura?-

Ya ves que hasta mis ojos en esta noche 
tienen fulguración oscura.
Al enredar tus dedos en mis cabellos, 
siento extraña frescura,
mientras me dejas caer tus besos
... en la boca. 

Aspírame despacio,
iniciaré mi entrega sobre tu carne oscura,
y me alzaré del fuego santificada y bella
como se alza del mármol una estatua desnuda...

Gertrudis Peñuela
-Laura Victoria-

(extractos)