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Se extasiaban tus ojos en la espera
y una ola de amplia encajería,
tu albo cuerpo, orgulloso circuía,
como circunda el mar una escollera.
Altanero pendón,
alta bandera alzada en ti por recordar la vía,
sobre el cuello y los hombros se extendía,
a un viento de pasión, tu cabellera.
Desde las duras cúpulas al blando y oculto valle,
la batalla entera fulgió al incendio de tu boca,
cuando tras la derrota de tu cabellera,
como una lanza a un viento sin bandera,
quedó tu grito entre los dos temblando.
Alberto Angel Montoya