-¿Dardo de luz o brasa que levanto?-
Alta en el cielo y en razón de llanto,
tras la retina por milagro hundida.
En el sueño y la sangre derretida,
doliendo allí, perdida con espanto.
Casi tocada en la raíz del canto
y eternamente libre y perseguida.
Reflejo, sin embargo, propia lumbre.
Clavo del hueso, signo de la cumbre,
ojo de soledad y lejanía.
Sitiada siempre, pero esquiva al tacto,
doble.
Juntando al fin su don exacto
,
en este humilde afán de la poesía...
Clara Janés