Paraíso ...

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Qué suerte haber vivido para traer conmigo la confianza,
la eternidad caduca, la infancia sin aurora, la penitencia que es un oropel,
 la poca gloria, esa noticia que es anticipo del olvido.
Qué suerte haber llegado a tiempo para andar en este mayo afluente de la paz
 o la congoja, prolegómeno tibio merecido de otra quietud que espera 
sin juicio ni prejuicio finales infalibles.
Qué suerte haber usado aquel chorro de tiempo errante y esparcido 
para limpiar el cráneo de vanidades y adherencias y rescatar el amor náufrago,
 ese que no reclama juramentos ni pétalos...
Qué suerte haber sabido que el sol espera, que la lluvia espera,
 que los ojos esperan o esperaban, que el impulso, las alucinaciones,
 los cipreses, las manos, el vacío, el ceño, las palomas,
 el oleaje esperan o esperaban.
Qué suerte haber hallado el plato de mis uvas,
 la piel de mis jadeos, la expectativa del atardecer,
 el orgullo sin mármol, la esquina de nosotros... 
en fin,
el insolvente paraíso.

Mario Benedetti
Rescates
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