*
Tus brazos como blancos animales nocturnos
afluyen donde mi alma suavemente golpea.
A mi lado, como un piano de plata profunda parpadea tu voz,
sencilla como el mar cuando está solo y organiza naufragios de
peces y de vino para la próxima estación del agua.
Luego,
mi amor bajo tu voz resbala,
Mi sexo como el mundo diluvia y tiene pájaros,
y me estallan al pecho palomas y desnudos.
Y ya dentro de ti yo no puedo encontrarme,
cayendo en el camino de mi cuerpo,
con sumergida y tierna vocación de espesura,
con derrumbado aliento y forma última.
Tú me conduces a mi cuerpo, y llego,
extiendo el vientre y su humedad vastísima,
donde crecen benignos pesebres y azucenas
y un animal pequeño, doliente y transitivo.
Eunice Odio
(extracto)