América

*
Me da la mano y me conduce hasta la piedra, 
me muestra su mirada de actinia y luego se desnuda,
moja mis labios con un sabor a frutas incendiadas,
ata sus pies a mi cintura.

Se agita como una cabellera 
que desova bajo el agua,
en mar su vientre se transforma,
me hace el amor quinientos años
... y llora.

Adolfo Burriel
Colores desunidos