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Se levanta tu voz, se enrosca y se estremece,
serpiente y remolino, se enzarza en mis cabellos,
sube aún, se engrandece, se enajena en rugido
y pierde la noción del trino o la palabra.
Eres otro en tu voz.
No conozco a ese hombre que grita en el placer,
delicioso extranjero que habla lenguas angélicas
... en una cama impura.
Josefa Parra
Alcoba de agua