Fue tan tibia la felpa de las sombras,
que sin querer callamos
Y nos bebimos como vino añejo
la frase que tembló sobre los labios.
A pesar de no amarnos, en silencio se troncharon las manos,
sin saber si acunábamos un sueño
... o era el sopor de algún amor lejano.
Y también, sin saber por qué misterio,
nuestras bocas ajenas se juntaron,
y en las pupilas húmedas de ausencia
la tarde lila se quedó temblando...
Después, en la maraña del reproche,
nos perdimos hablando,
y en la roca del alma se hizo sangre
la fruta mentirosa de los labios...
Tal vez el viento de otras soledades nos sorprenda llorando
Y entonces nacerá como eco roto
... la frase que callamos.
Gertrudis Peñuelas
-Laura Victoria-