Salvaje ...

No me mires así que me haces daño... 
Qué bellas tus pupilas de inconsciencia que tienen el hondor de los abismos 
y el verde oscuro de las aguas muertas. 
Qué fuertes esos músculos maduros bajo la carne aceitunada y fresca, 
que tiene a veces el temblor de un niño o la tensión salvaje de una fiera. 

 No me mires así que me haces daño... 

 Con ese aliento abrasador me enervas, y frente a ti soy gajo que se dobla 
rindiendo sus frescuras a la tierra. 
Cómo rompe el crepúsculo sus oros en el lustroso añil de tu cabeza 
mientras tus manos torpes se resisten al loco impulso que en tu ser golpea. 

 No me mires así con esos ojos oscuros de inconsciencia... 

 Dobla mi talle entre tu brazo fuerte, 
embriágate en la flor de mi belleza.
 Sobre la felpa tibia de los musgos, 
seremos yo el silencio; 
... tú la selva! 

 Gertrudis Peñuela
 -Laura Victoria-