Canción del Recuerdo Intacto ...



Sólo tú, verdadero, ningún dolor me diste.

Tu regalo perfecto no cabía en mis manos; 

era el ramo fragante, el vino de alegría
 
y la espiga madura para el pan cotidiano.



Sólo tú adivinaste el motivo secreto 

que doblaba mi vida en curva de fracaso;

sólo tú me dijiste la palabra de aliento 

que me mantiene recta a través de los años.


Por camino de sombras y vueltas de peligro
 
tu pie, firme y valiente, perseguía mis pasos.


¡Oh saltador de abismos, distancias y barreras!

¿Quién detuvo el impulso de tu amor obstinado?



Para saber quererme afinaste el sentido
 
volviendo suave y dulce lo violento y lo amargo.

Para alcanzar mi ensueño abriste alas veloces;

para poder copiarme fuiste un espejo claro.


Ardía en tus pupilas hoguera de fulgores,
 
se enredaba en tu lengua el arpegio de un canto,
 
y mecido en tus brazos, como un niño pequeño,

dormía sin temores mi corazón cansado.



Todos los que me amaron algún dolor me dieron

y todos los que amé un dolor me dejaron;

sólo tú me alegraste como un día de fiesta;

sólo el momento tuyo fue perfecto regalo.



Por eso, en hora quieta, en el pecho se esponja
 
el beso de ternura que revienta en los labios;

¡Música errante y vaga, azul de lejanía

lucero del silencio en lágrimas cuajado!.

Clara Janés