Beso

*
Cuando me asomé a tus labios un rojo túnel de sangre, 
oscuro y triste, se hundía hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso, su calor y su luz daban 
temblores y sobresaltos a tu carne sorprendida.

Desde entonces, los caminos que conducen a tu alma 
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros
... cuántas caricias y besos!

Manuel Altolaguirre