Sola al amanecer

Percibía entre sueños el suave tono de una voz familiar
escoltada por la amarga melodía de amaneceres pasados,
amaneceres gastados de tanto ser recordados.

Lloraba cada uno de sus poros. Sentía el corazón marchitarse de soledad
tomaba prestados suspiros del viento
y el tiempo, calladamente exploraba su desconsuelo, sus labios, su ombligo
su sexo de abril perpetuo.

Ella coqueteaba vacíamente con la mañana
Mientras se limpiaba los restos de pestañina muerta en sus mejillas viudas.

La impertinente y cruel ambición de algunos pesados rayos,
se filtraba por entre sus parpados afligidos
intentando invadir el gris pálido de aquellas pupilas tristes.

Madrigal