Sonetos del Arcángel ...

Quiero, para nombrarte, 
voz tan fina y tan honda... 
conciencia de la rosa, eje del aire, 
llama melodiosa, cambiante y desolada voz marina.

Y ha de vibrar dulcísimo tu nombre
-verbo del ángel, música del hombre-
en mi delgada lengua sensitiva.

¡Amor, pequeño amor, amor gigante!
Gusanillo de luz y sol de Enero.
Playa de siglos, clima del instante,
ancla fija en el golfo marinero.

Por ti, devotamente, a toda hora,
alza mi ensueño su celeste llama
y se humilla la carne pecadora.
Y en un tallo invisible se levanta
hasta la suave curva de tu planta
la rosa de mi absorto corazón...

¿Llena tu blanco fuego mi sentido?
¿Hablo de mi camino transparente,
del nombre que me habita,  del viviente 
a veces escuchado y comprendido?

Crece una luz... 
su vuelo, su latido son el poder de la criatura ardiente;
ángel guardián, amigo de mi frente,
memoria de un país que casi olvido.

Sin ti sería la tierra negro aliento, masa fría,
isla ciega en las noches de su nada...

Clara Janés

Extractos