Oblicuamente, noche llegas a sacudir la fiebre
que recorre el azulado horóscopo que anudo.
Abro las manos torpe y cuento mis diez dedos,
que como diez cuchillos afilados, apuñalan lo oscuro.
Y yo,
y tú,
nosotros y vosotros,
los que amamos la voz y la palabra al margen del insomnio,
descifraremos el ajedrez de espejos para después,
a plena luz, reconocernos...
LuzMaría Jiménez