La Poesía ...

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¿Por qué tocas mi pecho nuevamente?
Llegas, silenciosa, secreta, armada,
tal los guerreros a una ciudad dormida;
quemas mi lengua con tus labios, pulpo,
y despiertas los furores, los goces...
y esta angustia sin fin que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa una avidez sombría.

El mundo cede y se desploma como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto, solo, desnudo, 
despojado sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente contra invisibles huestes.

Verdad abrasadora, ¿a qué me empujas?
No quiero tu verdad, tu insensata pregunta.

¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas 
con un secreto fuego indestructible.

Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser...

Creces, tu sed me ahoga, expulsando tiránica,
aquello que no cede a tu espada frenética.

Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa sustancia,
avidez subterránea, delirante.

Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron para decir 
tan sólo tu existencia y tus secretas sílabas, 
palabra impalpable y despótica, sustancia de mi alma.

Eres tan sólo un sueño, pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.

Llévame, solitaria, 
llévame entre los sueños, 
despiértame del todo, hazme soñar tu sueño, 
unta mis ojos con aceite
.. para que al conocerte me conozca.

Octavio Paz