*
Me yergo en lo más alto de mí mismo y miro;
y me veo más transparente.
Yo no sabía, no, que el viento pudiera tener mi cabellera
y gozarse con ello.
Ahora todo instante me enardece y me lanzo, desde mí,
a cielos, abismos, rutas sin fin.
No tengo tiempo para amar; no tengo el brazo lo bastante largo
para poderos apresar, para alcanzar la vida.
Y, para que lo sepáis,
aprendo a escribir en prosa la rosa.
Josep Palau i Fabre