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Abro, de par en par, el viento, la ventana
y te contemplo, amor, y el mar en los almendros,
la luz en los almendros, y más mar todavía allá a lo lejos.
Quizá piense en tu piel,
quizá vaya pasando la mano por la corteza de los pinos,
quizá los años vayan cayendo como las gotas del grifo;
quizá los siglos.
Y quizá todavía te tenga entre los brazos,
como ayer, como siempre.
Vuelvo a rozar tu sueño,
tu piel con luna, los dos ríos lejanos de tus piernas.
Tú,
montaña también, valle dormido
... mar todo tú.
-¿Duermes, amor?
José Albi