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Por celebrar el cuerpo tan hecho de presente,
por estirar sus márgenes y unirlos al círculo infinito de la savia,
nos buscamos a tientas los contornos para
fundir la piel deshabitada con
el rumor sagrado de la vida.
Tú me miras colmado de cuanto forja el goce,
volcándome la sangre hacia el origen y
las ganas tomadas hasta el fondo.
No existe conjunción más verdadera ni mayor claridad
en la sustancia de que estamos creados.
Esta fusión bendita hecha de entrañas,
la arteria permanente de la estirpe.
Sólo quien ha besado sabe que es inmortal.
Raquel Lanseros
Fotografía por : Nika Medvedeva