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Tengo lo que tengo y nada más, pero no me quejo.
Mis manos, ya habituadas a asir lo mío, no son víctimas ni victimarias.
Se cierran lentamente y advierto los puños en que se han convertido.
No agreden, no golpean, pero por las dudas se abren de nuevo,
porque en última instancia tienen la vocación de acariciar y ése es
su oficio primordial.
Tengo lo que tengo y nada más.
Me arden las sienes pero no es jaqueca, sino la búsqueda sobria
de un precario equilibrio.
Asimismo busco remordimientos más o menos cercanos,
y no encuentro ninguno.
Digamos que mis pasos no son firmes. Tendría que probar con pies descalzos,
para no engañarme con tacos y con suelas.
Tengo lo que tengo o más bien lo que tuve.
En mi alma hay un pozo y en mi sangre hay un náufrago.
Mis pensamientos quieren por unanimidad llevarme al sacrificio, pero
mis sentimientos pagan el rescate y me evado con ellos.
- De nuevo tengo lo que tengo (vaya, la verdad es que me siento otro)
pero por fin estoy más seguro y más lejos.
Mario Benedetti
Vivir
Pintura : Genteel Dancer
Por: Richard Young